Pocos años después llegó un cliente importante: una tienda que quería una "iluminación futurista" como protagonista del espacio.
Esta vez no podía arriesgar mi reputación así que yo mismo me puse manos a la obra.
Diseñé la iluminación en consonancia con mi diseño arquitectónico. Apliqué los mismos conocimientos, los mismos principios que ya estaban intrínsecos en mi y de allí salió un SUPER PODER que no me esperaba.
El resultado fue todo un éxito que me llevó a conseguir no solo más clientes sino un reconocimiento por parte de otros arquitectos que me empezaron a pedir asesoría para la iluminación de sus proyectos.
En el fondo sabía que lo que ellos pedían eran capaces de hacerlo, pero al igual que yo al principio de mi carrera, también lo desconocían.
De trabajar como consultor y de ser profesor en la facultad de arquitectura aprendí que en la universidad no nos enseñan a iluminar. Solo a distribuir lámparas.
Y que a los arquitectos nos meten "miedo" haciéndonos creer que "diseñar iluminación" es algo que solo sabe hacer un tercero que conoce miles de tecnicismos que nosotros no conocemos.
Ahora, en una nueva fase profesional de mi vida me he propuesto la misión de desmontar este mito.
Porque cualquier arquitecto graduado tiene la capacidad de diseñar la iluminación arquitectónica de sus proyectos Y AUMENTAR el valor del mismo con la luz.
Nadie lo puede hacer mejor que él mismo.